viernes, 24 de junio de 2016

La caída de Albión (o eso que algunos llaman Brexit)

La tendencia a la mitología es universal en la mente humana. Nuestra imaginativa mente teje como las famosas hilanderas, mas no vidas, sino orígenes de mundos y ciudades. Así Rómulo y Remo fundaron la ciudad  que sería un imperio de imperios. Pero sin las faldas levantadas de cierta sacerdotisa y sus escarceos con el dios guerrero, nada hubiera pasado. Gran Bretaña encontró su expresión mitológica en Albión. William Blake, poeta y pintor, lo emplearía para hablar de los males que afectaban al pobre héroe, que era reflejo de su nación. El materialismo y el racionalismo ciego carcomían a Albión. Hoy Albión es un cadáver: sombra de un imperio que ha moldeado el mundo con su lengua y filosofía, no acierta a ver dónde se dirigen sus pasos. Albión deja Europa sin saber muy bien hacia dónde se encamina. Será un anciano, con bastón, todavía poderoso y temible, que se apoyará en el hombro de su principal hijo: Estados Unidos. De tal palo tal astilla. Hoy el palo es astilla y la astilla palo. Juntos seguirán durante un tiempo contaminando el mundo con los males que Blake viera en su tiempo y que hoy son más fuertes y virulentos.




jueves, 23 de junio de 2016

¡Qué frágil es el lenguaje! Una frase mal entendida o mal expresada puede ser el inicio de caóticas discusiones o enfrentamientos. ¿Cuántas veces lo que uno intenta decir acaba completamente cambiado, por torpeza propia o ajena? Los escritores y poetas son los únicos que huyen de las trampas del lenguaje dando armonía a lo dicho y a la intención de lo dicho. Desde la caída de Babel ellos son los más aventajados para hacerse entender de modo veraz. Ellos tenían que ser, sin duda, los primeros maestros de los grandes pueblos de la historia, cuando la ruda ciencia todavía no acertaba a decir nada del mundo.

jueves, 9 de junio de 2016

Fragmento de Rubaiyat, de Fernando Pessoa



Las victorias externas del que manda,
todo en la misma rueda incierta anda.
Piensa, bebe vino, no seas. Todo pasa
y el alma misma no gobierna nada. (pág. 97)


Mi corazón, plomo que el alma siente,
pesa al sentirse. Nada nos consiente
claramente confianza o esperanza.
Bebe, que Dios es todo y todo miente. (pág. 103)


No te preocupes de la ciencia, ni de usarla
¿De qué sirve, en esta oscura sala
que es la vida, medir mesas y sillas?
Úsala, no midas; tendrás que abandonarla. (pág. 69)