jueves, 2 de enero de 2014

El sentido de la creación

   "Al hombre se le revela un secreto que permanece oculto para los infantes  que aún están bajo tutela, a saber, que la obediencia no es la palabra última de la experiencia religiosa, sino un método temporario; que en la era del sacrificio y del coraje hay que superar la seguridad infantil, y que el pecado finalmente vencido por el movimiento de la creación. Las iglesias han disimulado al hombre el camino del heroísmo, del orgullo y del sacrificio seguido por el propio Cristo, le han quitado de sus espaldas el fardo de la responsabilidad y le garantizaron una vida espiritual de la que "se ha apartado el cáliz". Y todo esto se obtuvo a costa de la obediencia y de la humildad. Pero la humildad en el mundo cristiano degenera pronto en servilismo y en oportunismo; lejos de vivificar, mata. Una de las primeras tareas del renacimiento crisitiano debe ser la de vencer este servilismo religioso, esta confianza heterónoma. El hombre, religiosamente, no debe conocerse como esclavo de Dios sino como un libre participante del proceso divino."

   Dice José Ferrater Mora en su "Diccionario de filosofía" que Berdiaev fue un pensador que estuvo unido a ideas marxistas pero que luego las abandonó. Y claro que se puede decir que las abandonó pues quien hoy ocupa el espacio en este pequeño (y poco importante) blog tuvo que exiliarse de la URSS y pasar el resto de su vida en París. Nicolay Berdiaev pertenecía a una de las más insignes familias aristocráticas de su país pero en su juventud no dudó en abrazar el marxismo. Tanto fue así que en 1898 lo expulsaron de la universidad de Kiev por "actividades revolucionarias". Pero los hombres de genio inquieto no se sienten a gusto en la ortodoxia del pensamiento, y cuando el marxismo se convirtió en ortodoxia en Rusia empezó a ver, a su juicio, ciertas insuficiencias. También el cristianismo, en todas sus vertientes, sufriría ciertas incongruencias que señalaría de forma reiterada en su obra. Ni el marxismo ni las formas tradicionales de entender el cristianismo encajarían demasiado bien con su pensamiento. De ahí que su obra se plantee como una "enmienda" a los errores de estas dos ideologías. Los fallos que señala tienen que ver con su apuesta teórica: una nueva concepción antropólogica. Pero no nos adelantemos...

 
   El libro titulado "El sentido de la creación" está estructurado en catorce capítulos donde se argumenta una determinada forma de ver al hombre. Empieza al principio preguntándose qué es lo que diferencia la ciencia de la filosofía, viendo la moderna tendencia de convertir a esta última en sierva de la otra. Hay algo que distingue a ambas hasta el punto de que no se pueden unir: la ciencia, que estudia las leyes causales de la necesidad, habla de la "determinación"; la filosofía, en cambio es actividad que tiene que ver con la creación. Crear para Berdiaev significa ser capaz hacer algo de la nada... eso es precisamente la acción del hombre: antes de ella no hay nada, pero después de la acción se produce un determinado curso de sucesos, es decir, a partir de la nada surgen efectos. El hecho de que una tenga que ver con la libertad (filosofía) y la otra con la determinación (ciencia) es lo que hace que no se pueda unir ambas. Por eso critica cierta corriente de filósofos que han intentado que la filosofía se equipare a la ciencia. Berdiaev dice que ni son lo mismo ni deben serlo. La filosofía, como él dice, debe dedicarse a cosas distintas a las de la necesidad que se presenta en la naturaleza y, por eso mismo,  es algo que está por encima de la ciencia. Hecha esta distinción continuará con una análisis de las religiones y especialmente de la cristiana. Reconoce que esta ocupa un lugar importante entre el resto de religiones pero, sin embargo, no puede por menos de mostrar su descontento con las actuales formas de cristianismo. Todas estas formas o instituciones que se han creado a partir de ella no han sabido reconocer que lo propio de la religión y de la "creación" unida a ella es no apocarse, ni aceptar una actitud sumisa, es decir, no actuar. Por el contrario la religión no debe quedarse en un mero conjunto de dogmas que cumplir: la religión lo que debe hacer no es llevar a la resignación, a la falta de acción, sino precisamente lo contrario. Es en este punto donde dice que las religiones que ha habido hasta ahora deben cambiar. Lo propia de ellas es que eleven al hombre del mundo material determinado por leyes que nos atan, no que lo resignen a él debido a un supuesto "pecado original".

   Estas son, esquemáticamente expuestas, algunas de las ideas del libro. Si algo me llamó la atención del libro es las fuentes que maneja: la mística renana (Böhme, Baader...), autores rusos... una bibliografía poco "usual" para escribir un libro poco "usual". Es realmente curioso cómo en diversas partes del texto dialoga con la teosofía y algunas de sus vertientes (como Rudolf Steiner), y señala diversos puntos que para él son errores. Por lo demás no es un texto especialmente difícil, ni tampoco especialmente interesante. De hecho si hubiera sabido que no era un libro específicamente filosófico quizá hubiera tenido alguna duda a la hora de leerlo. No obstante ha sido gratificante ver algo distinto a lo que suelo leer.





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