lunes, 11 de febrero de 2013

Historia de Venecia




 Como, en el arsenal, los veneciano/ Hierven la tenaz pez en la invernada/  y embrean los bajeles que no sanos/ están para la mar, y es fabricada/ nueva nave  por unos o, afanosos,/           calafetean otros la averiada;/ y proa y popa arreglan industriosos,/ o entre remos y cuerdas se reparten/ su afan, ya alzan trinquetes poderosos;/ tal, por el fuego no, con divino arte,/ hirviendo estaba abajo la prez pringosa/ que impregnaba el hondón de parte a parte".

            Dante, Divina comediael infierno, XXI, 7-18








   Hay momentos en la historia en que es poco probable que ciertas cosas ocurran, pero sin embargo acaban sucediendo. Venecia puede dar fe de ello: una ciudad construída sobre una laguna, sin terrenos cultivables y sin riquezas propias. Sus primeros habitantes huyendo del malestar del continente, con continuas invasiones bárbaras, pensaron que bien valía sacrificar las riquezas a cambio de la seguridad de sus islotes. E hicieron una apuesta acertada: esta ciudad asentada sobre pequeñas islas cercanas no podía ofrecer un botín atractivo a ningún conquistador... Y sin embargo pocos siglos después nos encontramos con que una sola ciudad tiene el control comercial de todo el mediterráneo. ¿Que pudo hacer que de un pueblo de pescadores surgiera una metrópoli, una potencia militar capaz de medirse con cualquier reino? La respuesta no es fácil pero John Julius Norwich la contestará de la mejor forma posible en su libro de historia de la ciudad. Es un poco impreciso decir historia de la ciudad: hablar de la historia de Venecia es hablar de la historia de los cambios de poder en todos los reinos que se situaban alrededor del Mediterráneo. Como potencia, Venecia, estaba al tanto de estos cambios, pues como era normal, le afectaban. Elegir el bando adecuado para salir beneficiada: no perder nunca, siempre salir ganando... Esa era la estrategia veneciana que le proporcionaría todas sus maravillas y las riquezas de las que disfruto durante tantos siglos. Como es de esperar con estos planes en mente nadie podía ser un aliado permanente. El que hoy era amigo sería al que mañana había de enfrentarse. Sabiendo esto muy bien los venecianos entablaron una relación privilegiada con el que sabían que siempre sería su aliado: el mar. El mar era quien les protegía de las invasiones y a través de él controlaban el comercio de las pieles, las sedas, las especias y todos los productos valiosos que llenaban sus arcas... la gran ruta de la seda que venía desde China era la arteria que permitía vivir a la ciudad con grandeza y la que hacía que la ciudad acercara el oriente a occidente. Marco Polo es una prueba viviente de los contactos habituales de la ciudad con el oriente. Sin duda los venecianos tenían un contacto especial con el oriente gracias a sus intercambios comerciales. ¿Cómo era ese oriente que conocieron los hijos de pescadores de Venecia? ¿Y cómo era el occidente después de Roma? ¿Había espacio para una nueva potencia en un mundo lleno de ellas?


   En oriente están los restos del imperio romano, todavía poderoso, y en el este el imperio alemán enzarzado en sus peleas con el Papado. Rodeado entre gigantes, la joven República no podía dedicarse a la expansión territorial. Tuvo que destacar en aquello que pudo: el comercio. Pronto se verían en todos los puertos del Mediterráneo la enseña del león de San Marcos y fruto de la prosperidad de sus riquezas, la envidia de los demás. Por su importancia como urbe a la ciudad le correspondía hacerse cargo del adriático y mantenerlo lejos de las codiciosas manos de los piratas. Al buen estado en que se encontraba la ciudad solo le pudo llegar una afortunada ocasión de expandirse: las cruzadas. Ningún país contaba con una flota armada capaz de llevar ejércitos enteros por el Mediterráneo y si se quería llevar a buen puerto la empresa de las cruzadas la flota de Venecia era necesaria. Los venecianos estaban dispuestos a ayudar siempre y cuando se les pagaran las cantidades que se acordaran... la fe de Venecia no era muy fuerte... preferían que la fuerza de su fe se reforzara con una bolsa llena de monedas de oro. Como se ve en muchas partes del libro los venecianos eran unos auténticos buitres dispuestos a hacer lo que fuera con tal de sacar beneficio. El mejor caso es el de la cuarta cruzada en la que para que los aliados fueran a luchar a oriente se les exigió un gran pago. Al no poder hacer frente al pago, el dogo de Venecia, Enrico Dandolo, les hizo una oferta a los cruzados: conquistar Constantinopla con el pretexto de poner en el trono a un "legítimo" sucesor. La carnicería fue muy rentable: de todas las ciudades del imperio obtendría una cuarta parte y unos derechos comerciales exclusivos, además de las incontables obras de arte que robaron.


   Una vez recibido como pago el oriente (como dice Wordworth) Venecia se podía permitir ahora enfrentarse a dos rivales italianos: Génova y Milán. Venecia comenzaba de este modo una expansión en la península italiana. Con Génova tuvo diversas guerras en las que la república no siempre salió bien parada. Era normal que nunca se resolviese la situación en una guerra: cuando dos potencias sobreviven gracias al comercio, las guerras prolongadas con resultados decisivos no son una elección posible. Al final, Génova cayó en un proceso de decadencia política y comercial. La principal rival comercial ya no molestaría a los navíos de San Marcos, pero las propiedades de Milán bajo el mando de Visconti todavía le causarían problemas a la "Serenísima república".

   Pero todo esto es solo una parte de lo que el libro nos cuenta: las costumbres, la arquitectura, el arte, las instituciones, el sistema político y otras facetas son tratadas con el objetivo de que el libro no se convierta en  un tocho lleno de fechas. Y de hecho funciona, el libro es muy entretenido. Esto se agradece aunque sus apreciaciones se pueden hacer molestas para algunos (entre los que me incluyo). No me refiero a las ocasiones en las que hace comentarios sobre algún monumento o alguna anécdota. No. Si hay algo que me molesta es cuando tilda al sistema político de Venecia como democrático... supongo que acepta el concepto de democracia que le es posible a un noble inglés. Olvidando ese aspecto (completamente superficial y que no afecta a la obra) es un perfecto libro: entretenido, didáctico, publicado en una buena edición y a buen precio... No veo suficientes excusas para que el que lea esto no vaya directo a comprarlo.




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