sábado, 24 de noviembre de 2012

El zen y los pájaros del deseo


   La primero vez que oí el nombre de Thomas Merton fue gracias a un compañero que estaba leyendo uno de sus libros. El libro era La montaña de los siete círculos y él me empezó a contar quién era Merton. Era un monje trapense que durante su vida se había dedicado al estudio de la cultura oriental. Su idea era entablar un diálogo productivo entre cristianos y orientales para llegar a puntos de encuentro y de acuerdo. Él mismo fue partícipe en ese diálogo entre culturas que pretendía promover, y durante muchos años se dedicó al estudio de oriente. Fruto de ese estudio escribió multitud de libros en los que intentaba acercar al lector occidental el mundo espiritual del oriental de a pie. Por casualidad me encontré con este libro suyo y, recordando lo que me comentó aquel amigo, pensé que debía ser interesante. Así que comencé a leerlo y me di cuenta de que no era un libro enteramente escrito por Merton. De hecho él no escribe demasiado porque es una recopilación de fragmentos de obras que él consideraba útil presentar al gran público. Algunos de los artículos sirven de presentación del zen; otros para hablarnos de algún estudioso o de algún maestro zen.

   ¿Qué es el zen? Esa es la pregunta que creo que cualquier lector ocasional (como yo) puede hacerse. A algunos les sonará la palabra por esos ambientadores que venden en los mercados (que más que para "ambientar"sirven para asfixiar); otros tendrán un concepto confuso en la mente, sin distinguir claramente lo que significa: ¿es una religión, una orden monástica, una escuela de pensamiento?¿Qué es? Yo no puedo responder a esa difícil pregunta así que, para intentar no decir algo equivocado me apoyaré en algunos fragmentos del libro. De hecho parece que incluso en alguna parte del libro se encuentran con dificultades para decir qué es el zen e intenta llegar a una definición sin hacer cincunloquios. Esto se debe a que el zen:

   "No se trata de ninguna de una explicación orgánica de la vida, no es un camino ascético de perfección, no es misticismo, tal como es entendido en occidente, y de hecho no se amolda a ninguna categoría conveniente, entre las que nosotros poseemos. Es por esto que todos nuestros intentos de etiquetarlo o despacharlo con rótulos como "panteísmo", "quietismo", "iluminismo", "pelagianismo"..."
   Parece que es un problema de traducción más que de fondo... Pero no es así. Una de las mayores dificultades es que el zen da una vuelta de tuerca a nuestra mentalidad occidental. Cuando se produce un hecho (cualquiera) enseguida intentamos buscar las causas, las razones de por qué ha ocurrido. Esto nos lleva entrar en el campo de la explicación, de la teoría y, al centrarnos tanto en esas razones que han hecho posible el hecho, nos alejamos del hecho. Si se hace esto nos alejamos de lo que ha ocurrido y no lo llegamos a comprender completamente. Por decirlo de una forma distinta: nos centramos en cuestiones lógicas y lingüística que se alejan de lo que ocurre. El zen parece que pretende alejarse de esa forma de pensar (y de cualquier otra) para intentar aprehender la verdad. Esta es la razón de sea tan difícil definir en nuestras lenguas. No obstante una vez admitida la incapacidad de que una palabra pueda definirla completamente se puede intentar de alguna forma. Uno de los fragmentos escritos de Suzuki se atreve a intentar decirnos qué es el zen:

"El zen aspira siempre a la aprehensión del hecho central de la vida, que no puede tumbarse sobre la mesa de disección de nuestro intelecto. Para asir este hecho central de la vida, el zen se ve obligado a presentar una serie de negaciones. La mera negación, no es el espíritu del zen. Cuando se aprehende en toda su pureza el espíritu del zen, salta a la vista que ese acto (en este caso un manotazo) es una cosa muy real. Pues no hay en él negación, ni afirmación, sino un hecho simple, una pura experiencia, la mismísima fundación de nuestro ser y nuestro pensar. Toda la quietud y vacuidad que podríamos desear en el seno de la más activa de las meditaciones se encuentra dentro suyo. No os dejéis llevar por nada exterior o convencional. La forma de coger el zen es con las manos desnudas: sin guantes."
   Suzuki también nos señala con la misma intención que el "zen nada enseña; tan solo nos permite despertar y estar enterados. No inculca: señala". Si no equivoco cuando dice sin guantes creo que se refiere a eso que antes había dicho que era un costumbre occidental: la constante preocupación por un lenguaje conceptualizado que de cuenta de las causas que provocan algo, pero no de lo acontecido. Por eso dice que "no inculca: señala". Dejaré este punto. No creo que pueda explicar este punto central mejor que el libro. Será mejor recomendar el libro a aquel que esté interesado en el tema ya que el libro nos presenta una explicación más clara y algunos temas más (como el de la posible relación entre el misticismo cristiano, especialmente el de el maestro Erckardt, con el zen). Exceptuando algunas partes del libro en general resulta fácil de seguir sus ideas. Su estilo claro y conciso ayuda a esto y lo hace ameno.  Aunque no es de Merton  la mayoría de lo escrito, me ha resultado estimulante su selección de textos... No será la última ocasión en que Merton aparezca en este blog.

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