viernes, 12 de octubre de 2012

101 cuentos clásicos de la China (I)

   Me encontré hace poco tiempo con este libro de la editorial Edaf publicado hace algunos años. Al principio tengo que confesar que no sentía especial interés por él. Pero después de una ojeada a algunas partes y de ver las láminas que acompañan la edición me decidí por leerlo. Afortunadamente no me equivoqué a la hora de escoger libro: después de leídas unas cuantas historias quedé atrapado. Pero no en el sentido de ser voraz y terminar el libro en unas cuantas horas. No. Este libro es de ese tipo que no lees en un día... ni en dos. Es uno de esos que vas degustando tranquilamente, sin prisa, exprimiéndole todo el jugo. Después de un día haciendo cosas complicadas o después de un día de trabajo arduo estas historias proporcionan un entretenimiento inusual y sencillo, que la mismo tiempo pueden invitar a pensar. Muchas de sus historias nos brindan los aromas del lejano oriente mostrándonos la  vida de generales, reyes, sabios, campesinos, aprendices, pintores, poetas... Son muchas las situaciones que nos presentan y en casi todas ellas hay un trasfondo que su sencillez no deja ver en ocasiones: la búsqueda de lo estable y del camino correcto. Sin embargo la manera de expresarlo es peculiar. Mientras que aquí nos encontramos con los abstrusos tratados de Aristóteles o los diálogos de Platón, en el libro se nos va contando con historias. El cambio de perspectiva es importante: en occidente nos empeñamos en utilizar conceptos y generalizar, en oriente la mirada se centra en lo particular y lo casual. Por eso encontramos en Platón las preguntas acerca de la virtud, de la bondad, de la amistad intentando, por decirlo de alguna forma, "embotellar" o "cercar" el significado de cada uno de esos términos para saber qué queda dentro de ellos y qué no. En estos relatos orientales ni tan siquiera se plantea una búsqueda teórica. La búsqueda se lleva a cabo gracias a los sabios. Y he aquí el que creo que es la figura central, más o menos, de casi todos los relatos: el sabio.

   En el continuo cambio que ofrece la naturaleza y la vida humana podemos ver los hechos más sorprendentes: el antiguo poderoso puede verse como un mendigo, y el pobre que no tiene plato alguno que comer puede ser agasajado por la fortuna. Mercaderes, estudiantes, aprendices, reyes, imperios... Todos ellos se ven inmersos en ese continuo fluir del tiempo que los atrapa y no los deja escapar. La fortuna y la desgracia planean al mismo tiempo sobre los hombres y sus reinos. Sin embargo, sobre ese tirano que es el "cambio" debe haber alguna forma en la cual no quedemos tan expuestos. Quizá haya alguna forma en la que aceptando el cambio continuo de las situaciones no quedemos malparados, abandonados a nuestra suerte. Esa forma de actuar que nos permita superar el cambio solo la puede conocer un tipo de hombre: el sabio. Él es el que, con su prudencia y buen hacer, puede llevar al débil la fortaleza, engrandecer un reino o guiar adecuadamente a una persona por el buen camino... Se podría decir que su previsión y la forma en que hace que la balanza se incline de un lado o de otro es lo que le es propio. Y esto es lo que hace que su figura sea importantísima. Su presencia se hace visible en muchos de los relatos, generalmente aquellos en los  que aconsejan a reyes, pero no solo en ellos. También se nos presentan en relatos donde guían a aprendices o simplemente dando consejos de forma puntual.




   El sabio, como vemos en múltiples historias, no es el que busca, sino el buscado ¿Buscado por quién? Es buscado por el aprendiz o por el rey porque, para aprender de su sabiduría, solo hay posible un tipo de relación: la de maestro y discípulo. Esa relación conlleva que el sabio tiene un mayor status porque él es el que enseña, el que sabe, el que puede resolver de la mejor manera las situaciones. Su posición elevada hace que en muchas ocasiones sea recompensado por sus buenos servicios.

    Si tuviera que escoger un relato para ejemplificar esto lo que he dicho elegiría "El relato de la peregrinación a la India de Xuan Zhuang". En este cuento vemos el viaje que inicia un sabio para adquirir una mayor sabiduría. Para poder hacerlo tiene que desobedecer las ordenanzas reales y exiliarse rápidamente para llegar a su destino. Después de haber salido de China, el sabio se encamina hacia la India, donde pretende estudiar de forma profunda las enseñanzas de Buda. Como en su tierra las ideas budistas se han corrompido por la gran distancia que separa a estos reinos gigantes del mundo antiguo, él pretende aprender de forma correcta las enseñanzas y difundirlo por todo su país. Cuando consigue los conocimientos que ansiaba, todos los reyes le ofrecen que se quede en sus cortes y lo agasajan. Él se niega sabiendo que debe volver a China. Cuando el trayecto de su viaje finaliza encuentra que el rey que le había impedido antaño su marcha a la India ha muerto. Uno nuevo ocupa su lugar en el trono y cuando escucha que el sabio ha llegado no duda en cederle un lugar de honor en la corte y en construir en su nombre templos por todo el país.

   Aunque este es el hilo conductor de muchos relatos, gran parte de ellos no tienen nada que ver con esto. La riqueza temática de sus historias no se agotan en aquel tema. Por el contrario, podemos observar asuntos muy distintos en ellos. Si hay una nota persistente en todas las historias es su amenidad y su brevedad... Pero  creo que la mejor forma de incitar a la lectura del libro será dando una pequeña muestra de lo que contiene. Os dejo dos historias que a mi me fascinaron...

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