lunes, 13 de agosto de 2012

Enciclopèdie: el triunfo de la razón en tiempos irracionales

  
   Lo primero que observo cuando tengo el libro en mi mano es una atractiva portada. Hay una habitación amplia, iluminada y limpia que tiene en el fondo una puerta junto a una estantería llena de libros. Alejados de esa estantería se encuentra unas figuras trabajando: se hallan en una imprenta. Por el suelo hay unos cuantos instrumentos que no han sido recogidos, aunque no dan la impresión de que haya desorden. Más bien es al contrario, nos hace imaginar el trabajo ordenado de esos hombres. Claramente es uno de los dibujos que había en el tomo final de la "Enciclopedia". Después de verla por un tiempo, me viene a la mente la imagen de un hombre, Diderot, con aspecto descuidado, cansado y envejecido, camino de cualquiera de las imprentas de París. O, con el mismo aspecto, sentado en su despacho leyendo montañas de escritos que le han sido enviados para publicarse en la "Enciclopedia". Me vino la imagen de ese hombre que mantenía correspondencia con media Europa y que tuvo que luchar muchas veces en soledad (perseguido y observado por la policía y los jesuitas) para ver publicado el próximo tomo de la "Enciclopedia".

   Alguien podría preguntarse por qué ese personaje se vio acosado y la respuesta debería ser que la "Enciclopedia" nació con el proyecto de socavar las bases del "ancien régim". Normalmente, publicar una enciclopedia no entrañaba demasiadas dificultades. Y de hecho se puede hablar de muchas que no tuvieron problema alguno mientras se escribían. Esas publicaciones tenían un propósito claro: albergar en sí, en un número reducido de páginas, todo lo que los hombres pueden llegar a conocer. Ya en la antigüedad se había intentado eso, o al menos es lo que se propuso Plinio el Viejo cuando escribió su "Historia natural". Los chinos por su parte habían creado el "Gujin tushu jicheng", conformado por 745 volúmenes. Isidoro de Sevilla, el obispo del siglo VII, escribió "Etymologiae", dividida por capítulos de gramática, retórica y dialéctica, matemáticas (trivium), medicina, escritores, Dios, los ángeles, la Iglesia, Lenguas , Hombres... Pero si hubo una enciclopedia que estimuló a los enciclopedistas franceses fue la de Pierre Bayle.. Su "Dictionnare historique et critique" escrito en dos libros introdujeron una innovación: estaba ordenado alfabéticamente. Aunque a nosotros  no nos parezca llamativo, para él y para sus contemporáneos fue muy importante ya que de esta forma los temas teológicos quedaron limitados a sus apartados. El resultado fue una enciclopedia con espíritu empírico, rigurosa y capaz de enfadar a la Iglesia. La respuesta eclesiástica no se hizo de esperar: los jesuitas se embarcaron en la elaboración de una enciclopedia que contrarrestara el espíritu empírico de Bayle. A esta enciclopedia se la llamó el "Dictionnaire de Trevoux". Pese a algún inconveniente que pudiera haber tenido alguna enciclopedia, ninguna de ellas constituyó un precedente semejante al de la "Enciclopedia". Esta fue la más acosada y odiada, y su persecución fue metódica, cruel y continuada durante toda su publicación por la nobleza y el clero. ¿Qué era lo que desencadenó tamaño odio a todos sus participantes y a la obra misma? Sin duda los escritos de algunos de sus participantes influyeron ("El espíritu" de Holbach por ejemplo), sobre todo los de Diderot, que se ganó la fama de ateo y materialista. Otra razón fue que cuando planificaron la labor de la "Enciclopedia" recordaron la división de las ciencias de F. Bacon. Este hizo una división de los saberes que no dejaba en muy buen lugar a la teología, y que privilegiaba a las ciencias empíricas. Estaba claro que la "Enciclopedia" atacaba de lleno las opiniones sostenidas en aquel momentos por la nobleza y el clero. La publicación de tales ideas no podía realizarse sin acarrear una gran cantidad de enemigos. Enemigos que siempre intentaron evitar la publicación de dicha obra. En algunas ocasiones el proyecto casi desapareció por mano de esos hombres... Pero otros hombres de la nobleza no estaban completamente en contra. Malesherbe protegería a menudo la "Enciclopedia" y Madame de Pompadour, la amante de Luis XV, saldría en su defensa también.


   Pero la "Enciclopedia" no solo estaba formada por hombres contrarios a las opiniones comunes de las los altos estamentos. Eran también hombres de mundo, algunos hijos de artesanos, y la mayoría se proponían dignificar los oficios y las virtudes. Es posible que parte del afecto que les demuestran los participantes de la empresa se deba a que gran parte de ellos pertenecían a familias humildes. El mismo Diderot venía de una de sus familias. Ese aprecio por los oficios señala el autor del libro que se ve claramente y de forma manifiesta en muchas partes de la obra:
Metier, s. m. (Gram.) éste es el nombre que se da a aquellas ocupaciones que requieren el uso de las manos y que se limitan a cierto número de operaciones mecánicas, todas las cuales tiene el mismo objetivo, y que el trabajador repite continuamente. Ignoro por qué se piensa que esta palabra tiene un sentido peyorativo; debemos a los oficios todos los objetos que nos son necesarios en la vida. Quienes se tomen el trabajo de visitar los talleres encontraran en todas partes utilidad y buen sentido. En la antigüedad, a los que inventaron oficios se les hizo dioses; pero los siglos posteriores han arrojado al barro a quienes perfeccionaron estos logros. Dejo a quienes tienen sentido de la justicia la tarea de determinar si es la razón, o son los prejuicios, lo que nos lleva a pensar tan poco en personas tan esenciales para nosotros. El poeta, el filósofo, el orador, el ministro, el soldado, el héroe… estarían todos desnudos y hambrientos sin el artesano al que todos desprecian.”


   Hijo  de un cuchillero de la ciudad de Langres, pronto se vio atraído a París el joven Diderot, aunque por razones distintas a las que luego le llevaron a escribir: quería convertirse en jesuita.  A sus padres nunca les convenció la idea pero finalmente cedieron. Los jesuitas no dudaron en educarlo reconociendo en el joven un alumno capaz que, quizá, pudiera defender la cristiandad contra los jansenistas. Por azares del destino Diderot cambió de bando al estudiar en una escuela jansenista, y se fue acercando en este periodo a sus planteamientos ateos y materialistas. París estaba ejerciendo sobre él su encanto y comenzó a frecuentar los cafés y los teatros de la ciudad... Aunque sin trabajo y sin ingresos pronto tuvo que ganarse la vida de algún modo. Se dedicó a la traducción y escribió "Promenade d´un sceptique"  (que le valió la crítica y la sospecha de las autoridades y los jesuitas). Mientras sus trabajos eran examinados con ojos atentos por la censura él prosiguió con su vida parisina. La vida de los cafés y los salones le dieron los que serían grandes amigos durante su vida: Rousseau y D´Alembert.


   Finalmente Diderot acabaría firmando un contrato con unos editores ambiciosos que pretendían crear una obra de referencia para las ciencias y las artes. En un principio el proyecto no era ese, pero con el transcurso del tiempo se plantearía la gran labor. Al frente de la obra estarían Diderot y D´Alembert quienes se encargarían de la elaboración, y de la lectura y clasificación de los artículos enviados por otras personas. Esas personas normalmente eran amigos suyos como d´Holbach, Voltaire, Mechior Grimm... Uno de ellos tuvo especial importancia para la obra ya que Diderot estaba exhausto: desde el principio él había sido el que se había preocupado de visitar las imprentas para ver cómo avanzaba el trabajo. Fue él quien leía todos los artículos que se enviaban para ser publicado, y quien se citaba con sus autores para discutir sobre partes de los escritos. Si no hubiese sido por él la empresa no se habría conseguido. Blom señala que una sola observación sería necesaria para darse cuenta: mientras D´Alembert escribió entorno a 400 artículos, Diderot se encargó de unos 40.000. Quien fue su apoyo en el último tramo de la publicación fue Chevalier De Jaucourt, un noble que había estudiado medicina y que había escrito diversos volúmenes para su profesión. El trabajo que le había llevado décadas se esfumó en un día, cuando el barco que llevaba sus escritos a la imprenta se hundió.  Chevalier, con 40 años, pensó que no podía recomponer todo su trabajo y volvió a sacar todas sus anotaciones. Esta vez no con la intención de reescribir su obra perdida, sino con la de salvar lo poco que de ella quedaba escribiendo artículos en la "Enciclopedia". El resultado de sus esfuerzos fue haber escrito 17.266 artículos (una media de ocho artículos desde que empezó). Su esfuerzo jamás se vio recompensado por sus compañeros ni por los editores (que jamás le pagaron nada al no haber firmado contrato alguno con Chevalier). 

   Además de todo esto el libro habla de lo que verdaderamente fue la "Enciclopedia": un proyecto sacado adelante por amigos. Teniendo muy en cuenta esto, el autor dedica una gran cantidad de páginas a ver las relaciones entre esos amigos: la de Didetot y Voltaire, la de D´Alembert con el primero, la de Diderot con Chevalier, Holbach, Grimm, y la ruptura definitiva de Rousseau con todos ellos. El resultado es un libro de 400 deliciosas páginas (aparte anotaciones) que nos cuentan con sencillez las dificultades que tuvo la obra y sus participantes  (especialmente Diderot, quien siempre fue observado y en alguna ocasión detenido). Conviene no perderse un libro tan ameno y que, además tiene un precio módico en las librerías.

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